Enchiladas…

Aquel día en casa, comíamos enchiladas…

Las preparamos nosotros mismos, para el desayuno. Fue curioso porque mi hermano tomó las tortillas “más feas” según él, y me dejó las “más bonitas y más buenas”, que para él eran las suaves y remojadas. Al final yo le pregunté que por qué me dejaba “las más feas”, después nos dimos cuenta, que para mí las más feas eran “las suaves”, porque en esos casos las prefiero crujientes y doraditas, sí, son las más ricas y a diferencia de él, no me gusta que se remojen mucho. Pasó lo mismo cuando yo estaba haciendo las suyas, las sacaba pronto “porque ¡crujientes están más ricas si!”, según yo. Pero a él le gustan bien remojadas y suaves.

Ese día nos las comimos así, algo decepcionados, pensando “ah… tortillas feas 😑”…

Al final fue gracioso, enterarnos, incluso después de muchos años de vivir juntos, no lo habíamos notado o no le dábamos importancia. Ahora lo sabemos… y ahora ambos podemos tener “las mejores y más bonitas” y dejarle “las feas” al otro, que al cabo le gustan y hasta le parecen “las mejores”… jaja.. Fue gracioso…


A pesar de ser algo tan sencillo, se nota como a veces aun si queremos hacer lo mejor para el otro, e incluso llegamos a olvidarnos de nosotros mismos por pensar en los demás, muchas veces no funciona y no entendemos por qué, si “hasta damos lo mejor”, creyendo que lo mejor para mí es también lo mejor para el otro, pero no es necesariamente así.

Simplemente somos diferentes… Por eso la importancia de la comunicación, de preguntar, escuchar y aceptar, aun si a veces no tiene sentido para mí lo que el otro dice. Solo somos diferentes, y es así para esa persona.

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